Erase una vez, un día normal… bueno ni tan normal, lo habían declarado
no laboral por una cumbre que se celebraba en Caracas, mi carro estaba averiado
y me toco tomar el metro hasta mi trabajo, 6:30 am estación Los Jardines,
transferencia en Plaza Venezuela (la gente te tropieza, te llevan, en realidad
te llevan, no caminas), logro entrar en dirección “Palo Verde”, con muchos empujones
llego a mi estación “Chacao”, todo parecía normal, a pesar que era día no
laboral para el sector público, el
sector privado estaba en su total normalidad…
Salgo de la estación, como siempre pendiente de estar
completa, mi cartera, mi lonchera… todo bien, sin ningún percance dentro del subterráneo.
Al salir de la calle, veo unos motorizados en actitud
sospechosa, se bajan y se le acercan a una señora que estaba como a diez pasos
de mi, la pegaron contra la pared y le robaron todo lo que ella llevaba encima,
yo me quede parada sin poder hacer nada (había mucha gente, y nadie se movió)
los hombres estaban armados eran las 7:20 de la mañana. Los mismos se montaron
en la moto y se fueron.
La señora, se puso a llorar, temblaba del miedo y la
impotencia, varias personas nos acercamos, le pregunte en donde vivía, me dijo
que en “Catia”, por dios estaba lejos… pero que tenía que llegar a su trabajo
para que no le descontaran el día… lo mas cumbre es que ella se lamentaba de
todo lo que llevaba a en su bolso, desde
su cedula, su dinero (decía “era mi quincena, hoy tenía que comprarle la comida
a mis hijos”), su maquillaje, sus papeles… decía allí tenía todo lo importante,
se lamentaba que en “su barrio” no le pasaba nada para venirle a pasar algo en
el “este” donde están los sifrinos… yo al ver todo ese lamento… baje a la estación
y le compre un boleto “multiabono” y se
lo di. Ya era casi mi hora de entrada.
Llegue a mi trabajo con ese mal sabor en la boca y revise mi
cartera… allí me percate que es cierto, que en nuestras carteras, llevamos
muchas cosas… nuestros documentos personales, tarjetas, agenda, cosméticos,
chequeras, bolígrafos caros y baratos, tengo una cartuchera que hasta contiene una engrapadora, en mi caso ese día llevaba hasta el cargador del
celular, por supuesto el celular y efectivo para regresarme a mi casa…. Me dije…
Diosss… aquí está casi todo lo que utilizo a diario
Cosas necesarias para tu día a día, pero tan innecesaria para
arriesgar o salvarte la vida. Allí llevamos parte de esas ilusiones, por la
cual trabajamos de sol a sol.
Solo nos queda encomendarnos a Dios para que nuestras
ilusiones se hagan realidad y estén protegidas.
Nos vemos en mi próxima ilusión, que nos es más que llevarles
a Uds. Un relato del día a día